Hay pruebas y circunstancias que nos pueden hacer perder la mira de las cosas de Dios. Todo lo que hagamos, sea de palabra o de hecho tiene que ser para darle Gloria a al Señor. El enemigo de las almas es un experto en provocar distracciones. Las mismas siempre suceden en momentos claves como la oración, la lectura de la Palabra o los momentos de adoración. Es por esta razón que siempre debemos de mirar a Jesucristo y no las circunstancias.
Poner la mirada en el Señor asegura una buena dirección profética para llegar a al propósito divino de Dios. Circunstancias hay buenas y malas, aun así, debemos de mirar a Cristo en todo tiempo. Mirar las circunstancias y no mirar a Cristo en momentos específicos puede ser desastroso cuando tengamos que tomar decisiones