El ser humano no puede vivir sin alimentarse, necesita el alimento desde el primer día de nacido. En la vida cristiana no es la excepción, la alimentación debe de hacerse diariamente, y esto se logra mediante la oración, la lectura de la Palabra de Dios y manteniéndose durante el día en adoración.
“Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” Hebreos 5: 13-14
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