La palabra dice en Gálatas: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Todos los seguidores de Jesucristo se supone que lleven muchos frutos, y algunas veces se han conformado con los dones que son irrevocables, pero en el diario vivir los frutos del Espíritu Santo no son evidentes. La pregunta es: ¿Por qué muchos creyentes no llevan fruto? La respuesta es: porque aún no han muerto a su propio yo, viven apegados a los deseos y deleites del mundo.
Jesucristo trajo una parábola a los discípulos y les dijo: Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto. ¿Pero a que hay que morir? A todo lo que nos aleja de Dios. A todo lo que el mundo ofrece, y a nuestro propio yo. El apóstol Pablo dijo:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” Gálatas 2:20