La experiencia maravillosa de ser hijo de Dios no se puede expresar ni explicar sin tener a Jesucristo en su corazón. Cuando el Maestro les estaba hablando a los discípulos respecto que si ya lo habían visto a él (El Hijo) pues ya habían visto al Padre. Tomás fue marcado en la Biblia como el incrédulo, ha sido tema de predicaciones, de exhortaciones y de muchas cosas cuando alguien no tiene fe.
Todos los creyentes en algún momento fueron (y es muy probable que sigan siendo) como Tomás. El vivir con Cristo nos da el privilegio de conocer a Dios. Nuestro Padre Celestial está muy interesado en que todos los seres humanos lo conozcan, y no solo como Dios, sino como un Dios Padre Amoroso.
Es una gran tragedia que muchas personas viven en este mundo sin relacionarse con el Creador de todas las cosas. Incluso; algunos cristianos pueden perder esa oportunidad de relacionarse con Dios, ya que viven de una manera religiosa y sin interacción con el Padre. Por ese motivo Cristo les decía a los discípulos:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” Juan 14: 6
El sufrido Job sabía que había un Dios, alguien le contó o el imaginaba que había un ser supremo, pero no fue hasta que lo conoció de verdad que dijo: