Si nuestros ojos están puestos en Jesús nunca faltarán razones para regocijarnos, pero si comenzamos a centrarnos en nuestros sentimientos o circunstancias nuestro espíritu se decaerá.
Algunas personas pierden el gozo fácilmente, porque simplemente no están mirando al Cristo de la Gloria sino que están viendo sus problemas sin tener en cuenta que los problemas o aflicciones son pasajeras.
El gozo se puede perder al vivir en el pasado o en el futuro. Hay quienes no puede dejar el dolor o los errores del pasado o no pueden olvidar los fracasos. Y por otra parte están los que viven llenos de temores e inseguridades del futuro. El día se vive uno a la vez, día a día, sabiendo que ayer ya pasó y el mañana solo Dios lo sabe. Aun así, debemos de poner nuestra mirada en Cristo en todo tiempo, esto nos llevará al gozo perfecto.