“Llamó a uno de los sirvientes y le preguntó: “¿Qué pasa?” El sirviente le dijo: “Es que tu hermano ha vuelto sano y salvo, y tu papá mandó matar el ternero más gordo para hacer una fiesta.” Entonces el hermano mayor se enojó mucho y no quiso entrar. Su padre tuvo que salir a rogarle que entrara” Lucas 15: 26-28 Traducción en lenguaje actual (TLA)
La historia del hijo pródigo nos refleja el gran Amor de Dios para con la humanidad. Jesús les estaba contando la historia a los fariseos para ilustrarles como su Padre se goza cuando un hijo regresa a casa. Los religiosos se identificaban más con el hijo enojado que con el hijo que el Padre estaba recibiendo. Eso al día de hoy no ha cambiado mucho. Las personas que se enfocan más en lo mal que hacen los demás que en el amor de Cristo, no están muy distantes de los fariseos. El enemigo del amor se llama: EL RESENTIMIENTO.
El hijo mayor estaba demostrando con su comportamiento que las raíces de resentimiento, enojo y celos habían crecido interiormente, y ahora estaban saliendo a la luz.
Cuando una persona resentida manifiesta sus sentimientos, son evidentes las comparaciones que pueden llegar a su mente. El hermano del hijo pródigo pudo haber pensado: “Yo el hijo bueno y nunca me han hecho un banquete, en cambio mi hermano el desordenado, pecador e irresponsable lo reciben con una gran fiesta”