La parte más importante del día para un creyente es el tiempo dedicado exclusivamente para unirse más a Dios en oración. La prioridad de la vida cristiana debe de ser el devocional. En este tiempo Dios escucha nuestras oraciones, entre las cuales puede ser un la petición para un milagro, un grito de auxilio, un clamor, una intercesión, ruegos y peticiones de todo tipo. También puede ser el tiempo de adoración, de alabanza, de exaltación al Rey de reyes entre otras formas de adorar. El tiempo del devocional de la mañana no solo es para es para pedir o adorar, en este tiempo también Dios habla, suple y el Señor llena con su Presencia a quien le busca desde el amanecer.
Nuestro tiempo devocional marca una pauta para dar dirección, paz y declarar con base en las Escrituras que las bendiciones que Dios ha prometido llegarán en el tiempo del Señor, con su dirección y llenura del Espíritu Santo. Pero si oramos precipitadamente es muy probable que tengamos un día desordenado. Y lo peor, es comenzar el día sin orar, sin leer su Palabra. Cuando eso sucede, la oración de la noche que debería de ser una oración de gratitud y alabanza, se convierte en una oración de queja y de dolor porque durante el día hubo luchas, ataques y pruebas. Y no es que el devocional evite que haya luchas, pero con el consejo de Dios desde temprano, el creyente estará avisado y pondrá toda su confianza en Dios y con la fortaleza del Altísimo podrá hacerle frente a cualquier situación que ocurra durante el día.